Los primeros a los que se les conoce que hacían uso del ramo de flores son los romanos. En la Roma antigua, las flores tenían un gran significado y según el acontecimiento se escogía un tipo de flor con un color determinado. En el caso del día de la boda, las novias romanas llevaban ramas de tomillo, laurel y ajo para protegerse de los malos espíritus y para que estos no corrompieran la felicidad de sus maridos.

En aquel tiempo, las flores eran un elemento de decoración muy común en las bodas romanas ya que eran tomadas como símbolos de nuevos comienzos, fidelidad y fertilidad.

Cerca de allí, en Grecia, las novias elegían para la boda ramos de hiedras que significaba unión fuerte y duradera. También, era habitual ver por las distintas ciudades del Mediterráneo a los hombres y las mujeres decorarse con ramas de naranjo en flor como símbolo de pureza.

Durante la Edad Media comenzaron a ser populares las hierbas aromáticas en el ramo de flores, especialmente el eneldo y el ajo, las cuales supuestamente mantenían alejados a los espíritus malignos y la mala suerte. En esta época las flores (sobre todo las más aromáticas)  adquieren un protagonismo crucial, pues son las encargadas de camuflar el posible mal aseo de los novios.

En la época victoriana, el intercambio de flores se convirtió en una forma cada vez más popular de expresar el amor. Siguiendo con el tema romántico, finalmente se vincularon a las bodas. Hasta el día de hoy, las flores siguen desempeñando un papel destacado en los ramos de bodas. Así, la elección del ramo pasa a ser algo totalmente personal que depende de los gustos y la personalidad de cada novia, haciendo hincapié en que sea un reflejo de la misma.

Actualmente, el abanico de posibilidades a la hora de confeccionar el ramo de novia de tus sueños, es infinito. Existen muchísimas posibilidades, opciones para todos los gustos, y modas, que han ido dando forma a un universo floral-nupcial como nunca antes en la historia.

En Vinca, llevamos muchos años en el sector, y han sido muchas las novias que hemos visto pasar por nuestras manos temporada tras temporada acompañándolas al altar, y eso, es todo un honor.

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